Vivir con sentido: respuesta a la llamada esencial

Vivimos en una época de cambios vertiginosos, hiperconectividad, inteligencia artificial y múltiples estímulos. Paradójicamente, muchas personas experimentan una desconexión profunda de sí mismas y de su entorno. En medio del ruido y las exigencias del día a día, pueden surgir preguntas fundamentales:
¿Para qué hago lo que hago? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Estoy viviendo de forma coherente conmigo mismo?
Plantearse estas cuestiones no es un signo de debilidad ni de confusión, sino una primera manifestación de consciencia. Ahora bien, vivir con sentido no significa tener todas las respuestas, sino atreverse a buscar con honestidad, abrirse a la experiencia interior y construir una vida que refleje lo esencial de uno mismo. Porque el sentido de la vida otorga dirección. También implica atreverse a romper construcciones mentales que frenan la expansión del ser hacia ese propósito vital.
No todo el mundo siente la llamada, pero si en tu interior resuena la pregunta sobre cuál es tu propósito o sentido vital, tendrás que escucharte y averiguarlo, como me sucedió a mí. Si no lo haces, te rondará cierta incomodidad.
Vivir con sentido no es vivir el sentido de otros
Vivir con sentido no significa adoptar el que otros intentan persuadirnos: ahí están las modas, los “famosos”, las empresas de “éxito”… Hay quienes creen estar alineados con su propósito, pero en realidad trabajan para los propósitos de otros. Esto se observa porque viven obsesionados con los resultados, sin atender a la esencia de su ser.
El sentido de vida auténtico, el interno, se caracteriza por acoger y cuidar al ser en toda su amplitud, incluida la dimensión social.
La necesidad de actuar con conciencia y propósito
Para vivir de forma plena necesitamos desarrollar la capacidad de actuar con conciencia, flexibilidad y propósito. También necesitamos rodearnos de personas que nos aprecien y acepten tal como somos —familiares, amigos, compañeros— porque los seres humanos somos sociales por naturaleza.
Cuidado con el fomento del individualismo, que puede limitar y coartar nuestra esencia natural.
Gestión emocional y sentido de vida: un binomio esencial
Descubrir el sentido de la vida implica identificar nuestras emociones, comprender su mensaje y gestionarlas para orientarnos. La gestión emocional no es solo un mecanismo de manejo interno, sino un canal para conectar con lo que realmente importa, con el interior, y actuar en coherencia con nuestros valores.
Cuando gestionamos nuestras emociones, abrimos espacio para reflexionar, decidir conscientemente y construir un sentido de vida profundo.
Por el contrario, vivir sin propósito claro nos deja atrapados en la rutina o el piloto automático, alimentando la desconexión interna y el malestar.
La gestión emocional nos da herramientas para el presente; el sentido de vida, dirección hacia el futuro. Juntos nos permiten vivir con mayor libertad y autenticidad. Y te estarás preguntando:
¿El sentido de vida mejora la gestión emocional?
Exacto. Ambos procesos se alimentan mutuamente, favoreciendo un bienestar profundo y sostenido.
La gestión emocional y el sentido de vida forman un binomio dinámico funcional
La desconexión moderna
Hoy muchas personas viven en piloto automático. Trabajo, obligaciones, redes sociales… todo ello nos arrastra a una dinámica reactiva donde perdemos contacto con nuestras verdaderas motivaciones. Se sobrevive, pero no se vive.
El continuo bombardeo mediático nos hace mirar al otro, admirarlo o envidiarlo, y dificulta la conexión con nuestra propia esencia. Se genera una fuga constante de energía y motivación, lo que puede desembocar en insatisfacción o conductas inadecuadas.
¿Te has sorprendido alguna vez en esta dinámica? Si es así, enhorabuena: tu conciencia está despertando. El problema está en si ni siquiera te has dado cuenta.
El psicólogo Viktor Frankl, creador de la Logoterapia, ya habló de esta pérdida de sentido en El hombre en busca de sentido. A partir de su experiencia en los campos de concentración nazis (dónde mataban a personas de manera indiscriminada, no hace mucho), Frankl observó que incluso en las circunstancias más extremas, las personas que encontraban un propósito eran las que lograban resistir con mayor entereza.
Para él, el sentido no se impone desde fuera, sino que se descubre en el interior, en la capacidad de cada persona para responder a lo que la vida le plantea.
Hoy, la sociedad nos ofrece metas externas —tener, lograr, aparentar— pero rara vez nos invita a preguntarnos quiénes somos y qué queremos vivir desde lo profundo.
Esta desconexión suele manifestarse como insatisfacción crónica, vacío, apatía o tristeza sin causa aparente. Como decía Jung:«El hombre moderno no sufre tanto por enfermedades reales, sino por una vida sin sentido.” Ahora puede surgir otra cuestión:
¿Todo el mundo tiene que vivir con sentido?
No. Solo si sientes la llamada interna. Entonces, y solo entonces, tendrás que actuar.
Cómo empezar a reconectar
Reconectar con el sentido no significa cambiar radicalmente de vida.
Implica, primero, detenerse. Escucharse. Atreverse a hacerse las preguntas que normalmente evitamos. Luego, con tiempo y respeto, dar pequeños pasos hacia una vida más coherente con nuestros valores y potencialidades.
Cuatro claves para empezar
1. Darse permiso para preguntarse
El camino empieza con la pregunta: ¿Qué es importante para mí?
José Antonio Marina dice que nos hacemos sujetos morales cuando preguntamos “¿Qué debo hacer?” y sujetos existenciales cuando nos cuestionamos “¿Para qué vivo?”.
2. Escuchar las señales del cuerpo y las emociones
El cuerpo y las emociones son captadores de información. Si vivimos alejados de nuestro sentido, aparece la insatisfacción o la desgana. Si nos alineamos con lo que es esencial, surge la vitalidad y la alegría serena.
Thomas Moore lo expresó así: se trata de nutrir el alma, no de buscar una felicidad superficial. Alimentar el núcleo íntimo donde residen el sentido, la profundidad y el misterio de la existencia.
3. Conectar con los valores, no solo con los objetivos
Una vida con sentido no es necesariamente perfecta ni exitosa según los estándares sociales.
Steven C. Hayes destaca que actuar según nuestros valores —y no solo según objetivos externos— nos da dirección y plenitud.
4. Recuperar espacios de silencio y presencia
La conexión interior requiere apagar el exceso de ruido. ¿Qué hacer para ello…? tienes múltiples opciones, acomoda la que mejor se ajuste a tu persona.
Meditación, naturaleza, escritura, arte… todo lo que fomente el silencio consciente nos acerca a lo esencial. Te lanzo un reto, ¿eres capaz de estar solo, sin hacer nada, sin estímulos externos, durante diez minutos?
Antonio Damasio ha subrayado la importancia de la emoción en la toma de decisiones y en la percepción del sentido. Si no nos damos tiempo para sentir, difícilmente podremos saber qué nos mueve de verdad.
Y sí, algunas personas —como me pasó a mí— descubren su sentido y acaban convirtiéndolo en su profesión. Porque cuando emerge tu “llamada” hay que averiguar de qué se trata.
Preguntas guía para explorar tu sentido
Si deseas empezar a explorar este camino, te propongo algunas sencillas pero poderosas preguntas. No es necesario responderlas todas de una vez. Lo importante es dejar que actúen como semillas:
- ¿Qué momentos de mi vida han sido especialmente significativos?
- ¿Qué me emociona de verdad?
- ¿Qué hago con gusto, aunque nadie me vea?
- ¿Qué causas, valores o personas me comprometen?
- ¿En qué momentos siento que el tiempo se detiene?
- Si dejara un legado, ¿qué me gustaría dejar?
- ¿Qué vida me haría sentir orgullo?
Estas preguntas no tienen una respuesta única ni definitiva. Pero abren un espacio interior donde empieza a brotar lo auténtico. Como dijo el poeta Rainer Maria Rilke: “Vive ahora las preguntas. Tal vez luego, gradualmente, sin darte cuenta, vivirás un día las respuestas”.
Si tienes la llamada sobre tu sentido de vida, prospera, con paciencia, y deja que brote.
Un camino que merece la pena.
Conectar con el sentido es un proceso profundo. Y no por ello dejas de pasar por momentos de crisis, pero te aporta claridad, propósito y paz.
Vivir con sentido es vivir con dirección, y sin necesidad de tener que conocerlo todo. Albert Camus decía: «El sentido no se da, se construye.»
Si te fijas en alguna persona que sepas con certeza que tiene bien claro el sentido de su vida, ¿a qué conclusiones llegas? Existe una particularidad genérica, y es que tienen «foco», es decir, capacidad de dirigir la atención, la energía y las decisiones hacia lo que realmente importa.
¿Te agradaría dar con tu foco personal?, si es que sí, vamos a ello. No permitas que otros dicten lo que tú necesitas, cuando está en tu propio interior.
Eso implica asumir la responsabilidad de dejar de ser espectadores y comenzar a ser protagonistas de la propia vida sentida.
Descubre más
Si este tema resuena contigo, te animo a seguir explorándolo. Autores como Viktor Frankl, Carl Jung, Thomas Moore, Parker J. Palmer o David Whyte te abrirán nuevas perspectivas.
O bien, participa en uno de mis cursos, donde exploramos en profundidad el sentido de la vida a través de un método riguroso, en un clima de cercanía.
No estás solo/a en esta búsqueda. Enlace: (TU_VIDA_CON_SENTIDO)
Vivir con sentido no es necesariamente más fácil, pero sí infinitamente más pleno.
¿Quieres profundizar en tu propio camino hacia una vida con sentido?
Sigue explorando, deja que las preguntas te acompañen y convierte cada día en una oportunidad para vivir con más consciencia y autenticidad. De modo que poco a poco vayas cultivando tu propia fuente de validación interna. IMPORTANCIA DEL SENTIDO DE LA VIDA

